Sexo, trabajo y dignidad: la reacción civil frente al transgénero
- Clara Pont Vílchez
- 14 abr 2018
- 3 Min. de lectura
Transgender in labour and employment. A travelling exhibition. Una exposición con un gran trasfondo, pero con pocas visitas. Si el trabajo no dignifica, ¿por qué el sexo sí?
No es un sábado 14 de abril cualquiera, puesto que no tengo costumbre de coger el coche. Subo, pongo el Cafè del Teatre al navegador, arranco desde Tárrega, me incorporo en la autovía, meto quinta y rumbo hacia Lérida le doy vueltas a la cabeza pensando cómo será la exposición que voy a cubrir. Sinceramente, intento imaginármelo de alguna forma en especial, pero tampoco se me ocurre nada, quizás porque la explicación del sitio web no presta a que uno se ilumine demasiado. He llegado, pero no sé dónde está la sala. No obstante, veo un pequeño cartel de color granate con letras beige en el que pone “Cafè del Teatre”. Miro la puerta para ver si hay algún póster referente al evento, pero no veo nada.
Está todo muy oscuro; hay un escenario al fondo con cuatro chicos recolocando mesas y moviendo altavoces de arriba a bajo, los cuales intuyo que son técnicos aunque desconozco su propósito. No hay nadie más salvo un hombre que debe estar alrededor de los sesenta, quien me invita amablemente a irme diciéndome que aún no han abierto.
Me espero hasta las 20:00 y vuelvo a mi punto de mira. Empieza a llenarse, pero no veo a nadie mirándola: dos paredes repletas de cuadros con fotografías de personas transgénero en su ámbito de trabajo ya sean oficinas de administración, servicios telefónicos de grandes empresas, etc. Tal cual, sin discriminación alguna por lo que son, ni por lo que dejan de ser porque simplemente son ellos en muestra de igualdad, y ya está.
Resulta sorprendente que nadie se pare a observarla, ni siquiera preguntarse qué es. Espera. Se ha levantado un hombre de una de las mesas redondas para cuatro que caracterizan la sala para contemplar los cuadros, me gustaría saber qué está pensando, pero recoge sus cosas y se va, con prisa.
Busco al camarero con la necesidad de que me cuente de qué va el evento y con qué finalidad ha llegado en el Cafè del Teatre. Me presento y le expongo mi situación, pero él, estresado, me dice que tiene mucho trabajo y que tan sólo me puede dedicar cinco minutos de su tiempo, puesto que tiene que preparar el concierto de esta noche. Mientras hace dos cafés y sirve una Estrella Damm me explica que es una exposición que ha llevado la asociación Colors de Ponent, la cual les fue cedida por el Ayuntamiento de Berlín y que se encuentra aquí desde el 28 de marzo, aunque precisamente hoy es el último día. Se atreve a decirme, con confianza, que son pocos los que han ido a verla expresamente pero que muchos clientes, de paso, le han echado un vistazo.
El camarero, un poco más calmado, cuenta que han aprovechado que se representaba una obra de teatro en la sala llamada “Limbo” del grupo “Les Impuixibles” el 5 de abril para colocarla, donde a partir de experiencias de los personajes Miquel y Pol se reflexiona sobre qué significa ser transgénero, qué retos cotidianos tienen, su lucha en la búsqueda de la identidad y la reafirmación delante de las etiquetas, a menudo inútiles, que la sociedad ofrece.
Hoy la suerte está de mi parte. María Capell, la presidenta de Colors de Ponent aparece en el Café del Teatre en motivo del último día de la exposición. Tiene el placer de contarme que el Cafè es un lugar de la ciudad muy transitado en el que los ciudadanos que acuden son muy diversos en cuanto a personalidades, de modo que resulta fácil hacer llegar la exposición a muchos públicos desde aquí. Sin embargo, este no ha sido el resultado.
La presidenta se despide y hago un plano general de la sala antes de irme en el que veo como dos señoras de edad avanzada se acercan a los cuadros con cara extraña. Las escucho preguntándose mútuamente: “¿De qué van los cuadros, tan sólo son personas trabajando, no?”. Precisamente va de eso: de percibir que son personas, como tú que lees, como yo que escribo y como todos que vivimos en una sociedad llena de estigmas.
Clara Pont Vílchez
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