Soy quien quiero ser
- elsexoquehabito1
- 1 jun 2018
- 9 Min. de lectura
Mar Segura Berenjeno
Júlia Ramon Martínez
Clara Pont Vílchez
Cuando llueve y hace sol a la vez, sale el Arco Iris, cuando los prejuicios y las críticas sociales enfangan la alegría del colectivo LGBTI, sus miembros luchan por su bandera, por su identidad.
Desde hace décadas que les llueven obstáculos: desde una simple palabra hiriente, hasta el comportamiento más homófobo y discriminatorio. No obstante, todo el colectivo se ha agrupado bajo un mismo paraguas: la autodeterminación es el arco que los acoge, desde un extremo hasta el otro.
La seguridad, el palo que vertebra este fuerte espíritu que aguanta el tipo llueva o nieve.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos, así como los dos Pactos de Naciones Unidas sobre los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales; recoge en su preámbulo que la dignidad es rabiosamente innata de todas las personas y es la base de los derechos fundamentales. El derecho a la dignidad humana se convierte pues, en la estructura principal para la construcción de los derechos de la persona como sujeto libre y partícipe de una sociedad.
Protagonistas de una dura historia
La LGBTfobia es una realidad. Esta afecta principalmente a los más jóvenes, cuyas orientaciones sexuales o expresiones de género se ven duramente oprimidas y ridiculizadas por el entorno social que les rodea e incluso por su círculo más cercano y familiar. Es aquí donde esa supuesta dignidad inherente a las personas, se desvanece para aquellos que no se ajustan al molde tradicional de la sociedad. Para los gays, lesbianas, transexuales y bisexuales, no existe dignidad mas la que ellos se consigan ganar a puño y espada. Es una batalla constante entre la defensa de un derecho fundamental y una sociedad ciega y llena de odio. Y como en todas las batallas, a veces, se pierde: el pasado año, en España, casi 50 jóvenes LGBTI se quitaron la vida y hasta 950 lo intentaron, según informa el Observatorio Español contra la LGBTfobia. Añade que en los últimos 45 años las cifras de suicidio han aumentado un 60%.
El Observatorio apunta que tan solo un 20% de las agresiones a este colectivo son denunciadas. ¿A qué se debe tanto miedo? Lorien Quesada, miembro de la asociación LGBT de Lleida Colors de Ponent, lo tiene claro: “la presión social que existe hacia este colectivo se alimenta de una falta enorme de concienciación social”. Lorien se identifica como una persona no binaria, alguien que no encaja en esos moldes tradicionales de los nombrados en el párrafo anterior. “Ni hombre, ni mujer, yo soy persona”.
La lucha del joven de 20 años se desató a la edad de los 16. Ganó. ¿Su premio? Una persona muy empoderada, con las ideas claras y que es quien quiere ser. Sin embargo, asegura que el camino fue duro. Los insultos y las discriminaciones por parte de la sociedad son a menudo recurrentes. Sin embargo, el apoyo familiar con el que se pudo respaldar el joven se sobrepuso ante cualquier comentario vejatorio. “Soy una persona que he tenido mucha suerte en esto, mis padres son muy abiertos. No han tenido ningún tipo de contrariedad”
Enseñar, explicar y aprender
El verdadero problema, sin embargo, se desata cuando ampliamos este círculo. La escuela, sobretodo, es un foco muy intenso donde lo que empieza con insultos de niños termina en un bullying que muchas veces acaba derrotando al luchador y, en los casos más extremos, llevándolo al suicidio. Jordi Vitó, padre de un niño transexual, explica que su hijo no tuvo ningún problema con sus compañeros de la escuela. Junto con su mujer, pensaron que actuar deprisa era la clave. “Es importante que los niños compañeros de la escuela lo tomen como algo natural. Pero niños. Cuando son niños. Sin prejuicios”.
El programa Voz de Voluntario de Radio 5 detectó que el bullying escolar de carácter homofóbico crece cada día en España. El 43% de los alumnos que lo han sufrido reconocen haberse planteado el suicidio y el 82% no han informado a su familia de lo que estaba padeciendo.
El proyecto Escuelas Diversas, llevado a cabo por el colectivo LGBT Colegas, está llevando a cabo una campaña de concienciación entre los más pequeños. Esta iniciativa consiste en impartir charlas en los centros escolares a alumnos entre 10 y 16 años para promover el respeto a las personas independientemente de su orientación sexual. ¿El objetivo? Eliminar los prejuicios que pueden desembocar en casos de acoso, fomentar el respeto a la diversidad y apoyar al alumnado LGTBI.
La base de este proyecto se sustenta en una educación afectivo-sexual. Este tipo de educación requiere de especial atención en la formación de los más pequeños. Más allá del conocimiento biológico explica los procesos trascendentales como la construcción de la identidad propia o las relaciones afectivas en el ámbito de nuestra cultura. Aspectos que sin duda asumen importante papel en el desarrollo integral del niño o la niña.
Así pues, una buena educación y concienciación en términos de sexualidad e identificación de género a temprana edad es esencial para un buen desarrollo de la sociedad. Tanto para aquellos que se ven inmersos en el cambio, como para aquellos que les rodean.
Cabe decir, que aunque la edad escolar sea la más vulnerable a nivel de acoso y marginación, la edad adulta también sufre discriminación en el mundo laboral. El colectivo más afectado en este ámbito es el transexual: el 85% de las personas transexuales en España están en paro, según informa el Observatorio Español contra la LGBTfobia.
La revolución de la evolución
No hay duda que el colectivo LGTBI es una mancha de vino tinto en un puro mantel blanco. Son la embriagados de una sociedad estipulada por una religión y cultura tradicional que se sumerge en criterios conservadores. “Somos la revolución, nuestra filosofía rompe estrepitosamente con lo “socialmente aceptado”.
Marc Andreu, miembro de la Asociación LGTBI Transcantó deTàrrega, afirma que los homosexuales presentan una forma de amarse y relacionarse sexualmente que hace replantear todo el heterohistorial al resto de la sociedad. Él puede detallarnos en primera persona la radical evolución de dicha comunidad:
“Cuando era pequeño, en primaria, todos se metían conmigo por tener pluma. Maricón. Nenaza. Gay. Sin embargo, a partir de la adolescencia, de los 16-17 años, mis compañeros e incluso gente que apenas sabía quiénes eran me reconocian que admiraban la espontaneidad, naturalidad y libertad con la que nos relacionamos los homosexuales. Nada de amor eterno. Nada de dedicación en cuerpo y alma. Nada de prejuicios y estereotipos. Simple disfrute. Simple felicidad”.
Así pues, este colectivo siempre ha sido el objeto de análisi social, y a través de pequeñas revoluciones han logrado una grande reivindicación como personas: pasar de la infravaloración a no solo la admiración global.
Si se quiere, todo se puede
En cuanto a las relaciones emocionales, dicho colectivo también ha creado sus propias estrategias para lo que hoy se conoce como “ligar”. Así como los heterosexuales disponen de aplicaciones como Tinder, los homosexuales, por ejemplo, la han personalizado: Grinder, cuyos usuarios son gays o lesbianas.
Los prejuicios sobre este tipo de servicios también estan presentes en el colectivo LGTBI. Sin embargo, Marc Andreu afirma sin ninguna duda que un usuario de una aplicación para homosexuales está abierto a muchas menos críticas que un hetero. “Un usario de Grinder con 3 pretendientes en un fin de semana, recibirá menos reproches que la misma situación en una persona heterosexual.
Un concepto que cada vez está ganando más proyección y seguidores es la Teoria Queer. Carlos Vilchez, también miembro de la asociación LGBTI Trascantó de la ciudad de Tàrrega, empezó a familiarizarse con este término que se encuentra en pleno auge en los últimos años. “No se identifican con nada.
Carlos estrechó sus lazos con la teoria Queer gracias al Brot Bord Barcelona. Una asamblea de lucha contra el patriarcado, la homofobia, la lesbofobia y la transfobia. La palabra bord es una propuesta de reivindicación y adaptación a la realidad catalana del concepto anglosajón queer. Queer es un término global que significa “raro” en sentido peyorativo y se usa para designar a quienes no son heterosexuales o no son cisgénero.
Vilchez, ahora profesor, asegura que estos tabúes que giran entorno al colectivo LGBTIQ, son cada vez menores entre los jóvenes, quienes expresan su sexualidad con normalidad. Enfatiza también la importancia de la ley de liberación sexual: “Que la hayan tenido que hacer, mal; pero que la hayan hecho dentro del contexto que se vive y se ha vivido hasta la actualidad, me parece muy bien”. Dicha ley, 11/2014, busca garantizar los derechos LGBTI y erradicar la homofobia, la bifobia y la transfobia. ¿Su objetivo principal? Evitarles situaciones de discriminación y violencia para asegurar que en Catalunya se pueda vivir la diversidad sexual y afectiva en plena libertad.
Otro de sus objetivos es colaborar con otra asociación cultural conocida como Agrat, en los “puntos lila” que se organizan para cada evento social. Los puntos lila son apoyos a todas aquellas mujeres que puedan ser víctimas de violencia masclista en un lugar público.
Sin duda estan creando una fuerte repercusión en todas los aspectos de la realidad.
La fuerza de los influencers
Entre todas estas agitaciones, hay una que ha causado el mismo efecto que un tsunami: se lo ha cargado y a dado paso a una nueva era; la del siglo XXI.
Su pseudonimo es Dulceida y su arma para combatir y eliminar todos y cada uno de los tabús respecto a dicho colectivo es el viral #LoveWins, cuya finalidad es alcanzar la felicidad (wins, victoria) al lado de tu pareja (love, amor), independientemente de su sexo. “No se trata solamente de una victoria para la comunidad, lo es también para un mundo que busca igualdad, un mundo donde el amor ganó” proclama Raul Álvarez en una plataforma digital conocida como Magnet.
La jóven influencer no sólo es un modelo estético, sino también ético. Su exteriorización sentimental con Alba Paul ha dado la respuesta a la pregunta que millones de niños y niñas se planteaban: ¿Qué me pasa? ¿Por qué no soy como ellos?.
La aceptación masiva de su bisexualidad ha inyectado una dosis de seguridad a todos aquellos que aún “no habían salido del armario” por el miedo a la repulsión o discriminación social.
Apoyo social y digital
El ciberespacio también ha ayudado a difundir a la velocidad de la luz este sentimiento común que no sólo ha despertado la atención de más de uno/a, sino que a permitido que éstos se complementasen unos a otros, reafirmandose y evolucionando hacia quién quieren ser.
Plataformas como Chrysallis han adoptado famílias en busca de respuestas, de explicaciones, de documentación, de ayuda ante tal desconocimiento. Hace 9 años, Jordi Vitó y su esposa, Lola, escucharon a su hijo quien refutaba ser una niña, sino un niño.
Álex es un niño que no se sentía identificado con el sexo que se le asignó al nacer. Ninguno de los tres, sabía cómo responder ante esta situación así que se unieron a una pequeña agrupación de 8 padres que se encontraban en una posición parecida.
Actualmente, Chrysallis engloba más de un centenar de familias y Jordi ya es uno de los miembros de la junta directiva de Chrysallis, cuya organización está presente en todas las comunidades autónomas del Estado Español.
Su función es ayudar a que los menores transsexuales puedan ser reconocidos como tal y abrirles paso para que una vez alcanzada la mayoría de edad puedan vertebrar su personalidad ya fomentada sobre una base sólida.
“Creo que es muy importante dar la mano a todas las nuevas familias que no saben cómo hacer frente a esta situación: introducirles en el lenguaje o vocabulario específico y sobretodo que sepan aceptar y entender a sus hijos.”
No sólo es importante dar a conocer a las nuevas familias con hijos transexuales el hecho de dar a conocer cómo deben enfrentarse a la situación, aprovechando la cita del párrafo anterior, sino que también es relevante informar a la población del colectivo LGBTIQ. Esta necesidad de concienciación pide a gritos atención ya que a pesar del que el 77% de los encuestados jóvenes universitarios de Catalunya conocen el el colectivo LGBTIQ, hasta un 55% de ellos no conoce las alarmantes magnitudes de suicidio que se dan en España cada año impulsados por los perjuicios que este colectivo recibe a diario.

La realidad
Asimismo, aunque tan solo un 18% de los encuestados han presenciado la evolución de una persona transexual, todos ellos muestran comentarios positivos al respecto, tales como: “son muy valientes”, “tienen un cuerpo envidiable”, “es interesante a la vez que impactante”, “deberíamos verlo como algo normal” . Y nos quedamos con esta última cita de un anónimo. Este es el verdadero propósito del colectivo: hacer normal lo que algunos niegan su legitimidad. Lo que no debería ser normal es que cada año medio centenar de personas pertenecientes al colectivo LGTBI se suiciden en España a causa de las discriminaciones que sufren en su dia a dia. Por ese motivo, cada vez hay más implicación por parte de toda asociación, sea del ámbito que sea (esportiva, cultural, académica…) para evitar cualquier mala praxis sobre dicho colectivo. Sin embargo, su objetivo va más allá: la mayoría de ellas se unen a otro tipo de colectivos con parámetros similares para poder ampliar su abanico y construir una frontera más fuerte: la unión hace la fuerza, dicen.
Tan sólo ¼ parte de la sociedad, el 25%, se imagina que solo en el Estado Español hay unas 3.000 personas transsexuales. Teniendo en cuenta los tabús y prejuicios que todavía blindan la sociedad actual y la corta vida pública de este nuevo colectivo, se puede afirmar que éstos pisan con fuerza, mucha fuerza.

Su meta es clara, y gracias a la decisión con la que se dirigen hacia ella, puede que consigan encajar a la perfección, como si de una pieza de puzzle se tratara, en esta sociedad cada vez con menos escrúpulos.
El colectivo LGTBI cada segundo tiene más fuerza porque no solo parte de unos fundamentos sólidos, sino que tiene un objetivo totalmente definido y mientras, lucha contra todas las adversidades que le obstaculizan el camino, sonríe y grita con una voz amable.
Enlazando con la metáfora inicial, dichos batallantes sufren un diluvio permanente desde hace años, pero aun así, albergan en la esperanza de conseguir desplazar todos esos nubarrones con sus rayos de luz e ilusión.
“Me gustaría tener su valentía”, “Saben llevar mejor los problemas porque todos los obstáculos que han tenido que superar, les han creado una coraza mucho más fuerte que la nuestra” son algunas de las reflexiones de personas heterosexuales que demuestran que hoy en día, dicho colectivo está a un escalón más de la igualdad.
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